miércoles, 9 de abril de 2025

 "Nosferatu (1922): el origen del vampiro en el cine y su impacto hasta hoy"

Ana Paola Hernández Espinoza s23001857


El expresionismo Alemán fue un estilo artístico que nació en Alemania después de la Primera Guerra Mundial. En el cine, este estilo se notaba en escenarios deformes, luces y sombras fuertes, y personajes que expresaban emociones exageradas. Se usaban estos elementos para mostrar miedos, angustias y sentimientos profundos. Una de las películas más importantes de este movimiento es Nosferatu (1922), dirigida por F.W. Murnau. Esta obra no solo fue clave en el cine expresionista, sino que también fue la primera en mostrar al vampiro como un personaje central del cine de terror.

La historia se desarrolla en una época en que Alemania estaba pasando por muchos problemas sociales y económicos. Por eso, el cine expresionista reflejaba la ansiedad y el miedo de la gente. En Nosferatu, vemos esto claramente: el castillo del conde Orlok es oscuro y deformado, las sombras parecen tener vida propia, y los gestos de los personajes son exagerados. Todo esto ayuda a crear una atmósfera de miedo y tensión, típica del cine expresionista.

El personaje principal, el conde Orlok, está basado en Drácula, pero fue cambiado porque el director no tenía permiso legal para usar la historia original. Por eso, también cambian otros nombres: Jonathan Harker se convierte en Hutter, Mina se llama Ellen y el final es distinto. A pesar de estos cambios, la viuda de Bram Stoker demandó a la productora y pidió destruir todas las copias. Afortunadamente, algunas sobrevivieron. 

Nosferatu es una película muda, así que todo se expresa con imágenes. Técnicamente, Murnau hizo un gran trabajo usando luz natural para crear sombras que parecen moverse con vida propia. Un ejemplo muy famoso es la escena donde la sombra de Orlok sube por las escaleras y toca el corazón de la protagonista. Además, se usan movimientos rápidos y efectos visuales simples pero efectivos para generar miedo. Estas técnicas se volvieron base del cine de horror.


El vampiro que aparece en Nosferatu no es el típico personaje elegante que seduce. Es más bien una figura aterradora, parecida a una rata, que representa la peste, la muerte y el miedo al extranjero. Este tipo de vampiro está muy conectado con los temores sociales de esa época: enfermedades, guerras, y lo desconocido. Desde entonces, el vampiro ha cambiado mucho en el cine. A veces es romántico, otras veces es violento o solitario. Pero siempre representa algo que da miedo en cada época. Aquí puedes leer sobre cómo ha cambiado el vampiro en el cine

Por ejemplo, en los años 30, el vampiro se volvió más elegante, como en Drácula (1931). En los 90, en películas como Entrevista con el vampiro (1994), ya era un ser triste y existencial. Y en los 2000, con Crepúsculo, se volvió parte del romance adolescente. En otras películas más recientes, como Déjame entrar (2008), el vampiro representa la soledad o la incomodidad con uno mismo. Todo esto demuestra que el vampiro se adapta a los cambios sociales, pero nunca deja de ser una figura poderosa.

En conclusión, Nosferatu no es solo una película antigua, sino una obra que cambió la historia del cine. Nos enseñó cómo usar imágenes, sombras y escenografía para crear miedo. También dio vida al vampiro como un símbolo que sigue evolucionando con el tiempo. A pesar de que no tiene sonido ni efectos modernos, sigue causando impacto porque toca miedos humanos que no cambian: el miedo a la muerte, a lo desconocido y a lo que no podemos controlar. Nosferatu fue la primera sombra del vampiro en el cine… y esa sombra aún no desaparece.

1 comentario:

  1. Ana Paola:
    Gracias por su participación.
    Su trabajo me ha parecido particularmente equilibrado, ya que se da tiempo para abordar cada uno de los elementos requeridos, incluidas las ligas, pues complementar lo que usted va desarrollando. Quizá pudo haber sido más puntual en cuanto a la evolución, incluso referir algunas películas que se han hecho en los últimos años, donde el monstruo ha dejado de ser tal como el expresionismo alemán nos lo vendió.

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